
El periodismo español ha vivido días convulsos antes de que el tedio veraniego se apoderase de las redacciones. Primero, la reforma del Reglamento del Congreso de los Diputados encaminada a aprobar una normativa de funcionamiento y respeto al derecho de los periodistas a informar, en cuanto sirva para liberar a cargos públicos y representantes del pueblo del acoso y de las formas inapropiadas de preguntar en sedes institucionales. Y después, los riesgos y el peligro que corrieron los profesionales que cubrían informativamente sucesos como los de Torre Pacheco (Murcia), donde se vieron acosados por una turbamulta interesada generadora de un ambiente caótico que, paradójicamente, encontró una ejemplar respuesta cívica.