medios

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TVE, con vientos favorables.

Salvador García Llanos
Opinión23 de septiembre de 2025

Los vientos soplan a favor de Televisión Española (TVE). Tal es así que, salvo aquella nefasta experiencia de hace unos meses (La fábrica de la tele), sus fichajes y sus programas van de éxito en éxito, con índices de audiencia en pleno crecimiento, de modo que algunas producciones de las cadenas privadas generalistas han visto reducidas sus cuotas de pantalla y sus seguimientos de espectadores han ido retrocediendo y enflaqueciendo sus espectadores directos. Eso no obsta para que la competencia en algunas programas estelares de determinadas franjas horarias, más los celos trufados de rivalidad en conductores y conductoras, a los que ha dado, para fortalecer índices de popularidad y caché, por exhibir alguna consideración política, en opinar libremente, haciendo buena aquella recomendación del ex presidente Aznar (“El que pueda hacer, que haga”).

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Defensor ante la desinformación.

Salvador García Llanos
Opinión12 de septiembre de 2025

TeleMadrid, a la que cada vez llaman más ‘TeleAyuso’ -no hace falta explicar por qué- picó días pasados y coló en sus informativos -¡cómo serán!- la falsa noticia de que Pablo Iglesias e Irene Montero habían matriculado a sus tres hijos en un centro escolar privado de Madrid. Los prejuicios tan elevados que tienen en algunos medios sobre quienes eran considerados los antisistema, propiciaron lanzarse sobre la golosina de una incongruencia flagrante, de una contradicción cuando menos ideológica, de esas que el derecho se apresura a destacar. Hala, sin verificar ni nada. Pero no, los redactores y editores de la tele matritense pincharon en hueso. El anzuelo parecía goloso pero era falso. ¿Se habrán dicho en TeleMadrid aquello de una para ver y otra para aprender? Es el último ejemplo de la desinformación.

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    La mano invisible que nunca fue: lo que Adam Smith realmente dijo sobre el mercado

    Ernesto Vega Haller
    Opinión02 de noviembre de 2025

    Durante décadas, políticos y economistas han invocado la “mano invisible” de Adam Smith como si fuera una fórmula mágica que justifica dejar el mercado sin reglas. Pero esa interpretación es tan superficial como interesada. Smith no era un defensor del caos económico ni del abandono estatal. Era un pensador complejo, preocupado por la moral, la equidad y el bienestar colectivo.