
partido popular


En el calor del debate de ideas y de creer lo que es mejor para la sociedad es normal que se puedan perder las formas o que la sangre se suba a la lengua, todos somos humanos, eso quiero pensar que le ocurrió a Isabel Díaz Ayuso. Pero hay una diferencia, un límite. Si bien una persona puede equivocarse, que la soberbia le empuje a justificarlo es un doble error y algo que no puede permitirse la primera línea política de ninguna democracia.

No es la primera vez que el Partido Popular (PP) de Canarias utiliza la táctica del avestruz para escapar de esas ya cíclicas tensiones generadas con la redistribución en distintas comunidades de los menores no acompañados que llegan a Canarias vía irregular. Cuando se convoca una reunión o una fecha para decidir, no se sabe o no contesta. Eso sí: todo (menos mal) a favor del interés superior del menor, elemento discursivo que ya podrían ir eliminando o no esgrimir, a la vista de que cada vez tiene que mojarse, no lo hace porque priman los intereses partidistas.

El Partido Popular está viviendo en su batalla particular, centra su estrategia y sus movimientos, pero esa batalla no es gobernar este país, son dos batallas una por el poder interno de su partido y otra contra Vox por conservar la parte más conservadora del voto de derechas de este país.

El campo se muere: el abandono institucional y el espejismo del voto.
Un grito desde las cenizas: la España rural clama por medidas de Estado frente a la desidia de un modelo que solo la ve como un instrumento para el poder.

¿Quién gana cuando odiamos al vecino? El odio no cosecha, pero da beneficios.
El odio al vecino no es casual, es rentable. La extrema derecha agita el racismo en Torre Pacheco y lo extiende por el Estado para desviar el foco: del empresario explotador al jornalero sin papeles, del desfalco estructural al bulo viral. Este artículo no narra los hechos —ya conocidos—, sino que señala a quienes se lucran del miedo y la división: los de arriba.

Nadie imaginó semejante triunfo por 13 puntos del peronismo en la provincia de Buenos Aires sobre el partido que gobierna a nivel nacional. Lavaca estuvo en La Plata. El ambiente desolado en el salón de fiestas en la periferia elegido por los libertarios, solo para funcionarios y periodismo, sin público ni militancia. La falsa frase de Churchill. El contraste con la cumbia, la masividad y el alivio congregados alrededor del triunfo de Axel Kicillof, que es apenas un paso. El diagnóstico y la propuesta del gobernador. Y la demostración de unidad.

Crear un frente común a la extrema derecha no debería ser un problema exclusivo de las izquierdas debería ser un problema de cualquiera que crea en la democracia, en los derechos humanos, en las leyes o simplemente tenga un poco de empatía humana. Pero es evidente que la primera baja de esta crisis de pensamiento han sido las derechas democráticas y similares, la extrema derecha los ha devorado.

Jane Millares Sall: entre el indigenismo, la abstracción y el constructivismo.
En el panorama artístico del siglo XX en Canarias, pocas figuras brillan con la autenticidad y el compromiso de Jane Millares Sall. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1928, en el seno de una familia de intelectuales y artistas, Jane fue mucho más que la hermana de Manolo Millares o de Agustín Millares. Fue una creadora con voz propia, que supo construir un universo plástico profundamente arraigado en la identidad canaria, sin renunciar a la experimentación ni al compromiso social.