Jane Millares Sall: entre el indigenismo, la abstracción y el constructivismo.

En el panorama artístico del siglo XX en Canarias, pocas figuras brillan con la autenticidad y el compromiso de Jane Millares Sall. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1928, en el seno de una familia de intelectuales y artistas, Jane fue mucho más que la hermana de Manolo Millares o de Agustín Millares. Fue una creadora con voz propia, que supo construir un universo plástico profundamente arraigado en la identidad canaria, sin renunciar a la experimentación ni al compromiso social.

Cultura17 de septiembre de 2025Diego De La Nuez MachinDiego De La Nuez Machin
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En el panorama artístico del siglo XX en Canarias, pocas figuras brillan con la autenticidad y el compromiso de Jane Millares Sall. Nacida en Las Palmas de Gran Canaria en 1928, en el seno de una familia de intelectuales y artistas, Jane fue mucho más que la hermana de Manolo Millares o de Agustín Millares. Fue una creadora con voz propia, que supo construir un universo plástico profundamente arraigado en la identidad canaria, sin renunciar a la experimentación ni al compromiso social.

El estilo de Jane Millares Sall es una síntesis poderosa entre lo ancestral y lo moderno. Su lenguaje plástico se nutre del indigenismo, con referencias constantes a la cultura guanche y a los símbolos de la identidad isleña, pero también se abre a la abstracción y al constructivismo, influencias que canalizó a través del grupo LADAC (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), del cual fue fundadora junto a sus hermanos. En sus obras, las formas geométricas, los colores terrosos y los trazos firmes evocan una espiritualidad telúrica, una conexión con la tierra y la memoria colectiva.

Su pensamiento artístico estaba atravesado por una conciencia social aguda. Jane no solo pintaba formas; pintaba ideas, memorias, luchas. Ilustró publicaciones de poesía social como Planas de Poesía y la revista Millares, y participó activamente en la defensa del patrimonio cultural y natural de las islas. Su arte fue siempre una herramienta de resistencia, una forma de visibilizar lo invisible: la mujer canaria, el campesinado, la historia silenciada.

Autodidacta desde la infancia, Jane recibió su formación artística en casa, guiada por su padre, el poeta y dibujante Juan Millares Carló. En un entorno empobrecido por la Guerra Civil y marcado por la marginación de género, Jane logró abrirse paso en el mundo del arte. En 1955 se convirtió en la primera mujer en exponer en solitario en Canarias, en el Museo Canario de Las Palmas. A lo largo de su carrera, realizó numerosas exposiciones individuales y colectivas, y fue reconocida como Hija Predilecta de Las Palmas de Gran Canaria.

A diferencia de algunos de sus hermanos que emigraron a Madrid, Jane decidió quedarse en Canarias, convencida de que su tierra era el lugar desde donde debía construir su obra. Esta decisión, lejos de limitarla, le permitió desarrollar una estética profundamente vinculada al territorio, a sus gentes y a sus símbolos. Su trayectoria es la de una artista que eligió la periferia como centro, y que convirtió lo local en universal.

Entre sus obras más emblemáticas destacan las series dedicadas a la mujer canaria, donde la figura femenina aparece como símbolo de fortaleza y arraigo. También son notables sus composiciones abstractas con referencias a la cultura guanche, en las que el color tierra y las formas geométricas evocan un pasado ancestral que ella reinterpreta desde la modernidad. Estas piezas no solo son bellas; son profundamente políticas, en el sentido más noble del término.

En sus ilustraciones para publicaciones de poesía social, Jane desarrolló un estilo gráfico directo y expresivo, que dialogaba con los textos y los potenciaba. Obras como Mujer con niño, Campesina, o sus retratos de figuras populares canarias, son ejemplos de cómo su arte se convirtió en crónica visual de una sociedad en transformación. Su pintura no fue solo estética; fue ética.

Jane Millares dejó un legado que trasciende el lienzo. Su vida fue una declaración de principios: crear desde la periferia, desde la feminidad, desde la memoria. Hoy, su obra sigue inspirando a artistas que buscan una voz propia en medio del ruido global. Su pintura no fue solo arte; fue resistencia, fue identidad, fue Canarias. Y en cada trazo suyo, aún late el pulso de una tierra que ella supo mirar con ojos de amor y rebeldía.

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